Que es la cuaresma?
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¿QUÉ
ES LA CUARESMA?
La historia de la cuaresma, la importancia
de este tiempo para la iglesia y los aspectos a cuidar en este tiempo.
La Constitución Sacrosantum Concilium sobre
la Sagrada Liturgia (4-XII-1963, nn. 109-110), considera a la Cuaresma como
el tiempo litúrgico fuerte en el que los cristianos nos preparamos a
celebrar, “teniendo en cuenta el doble carácter de este tiempo”, el misterio
pascual, mediante la conversión interior, el recuerdo o la celebración del
Bautismo, la participación en el sacramento de la Reconciliación,
participando en las acciones “penitenciales, individuales y colectivas”.
Para lograr estos objetivos, se invita a la
escucha y a la meditación de la Palabra de Dios, la oración, personal y
comunitaria, “encareciéndose la oración por los pecadores”, y la puesta en
práctica de los medios ascéticos tradicionales, como son, la abstinencia y el
ayuno, —“el sagrado ayuno pascual”—, y la limosna.
I.-
SÍNTESIS HISTÓRICA DE LA CELEBRACIÓN DE LA CUARESMA.
Se suele afirmar que tiene una historia y
una prehistoria.
1.-
La prehistoria.
Desde finales del siglo II, la preparación
pascual era de dos días, de ayuno riguroso de carácter escatológico. En la
Didascalia, se dice que dura una semana, y este ayuno tiene además, un
sentido ascético.
En Roma, a finales del siglo III, la
preparación era de tres semanas, en las que se ayunaba diariamente, excepto
sábados y domingos.
2.-
La historia.
El nacimiento de la Cuaresma, tiene lugar
en el siglo IV, según el testimonio de Eusebio (ca. 332), consolidándose
tanto en Oriente como en Occidente.
Hacia el año 385 la preparación pascual, se
alargó a seis semanas, también con ayuno diario, con las excepciones
indicadas, excluyéndose el viernes y el sábado último, pertenecientes al
Triduo Sacro. El ayuno cuaresmal, empezaba el primer domingo de cuaresma. A
finales del siglo V los ayunos ya establecidos del miércoles y viernes
anteriores a ese domingo ganaron en importancia y se convirtieron en
preparación para el ayuno pascual.
3.-
La evolución cuantitativa en el cómputo de ayuno.
Durante los siglos VI-VII, varió el cómputo
del ayuno, pasando del primer domingo de cuaresma, al Jueves Santo incluido,
es decir una Quadragesima, es decir, —cuarenta días—, a una Quincuagésima, o
sean cincuenta días, contados desde el domingo anterior al primero de
Cuaresma, hasta el de Pascua; a una Sexagésima, que retroceden un domingo más
y terminan el miércoles de la octava de pascua, y finalmente a una
Septuagésima, que serían sesenta días, ganando un domingo más y concluyendo
el segundo domingo de pascua. Este nuevo período tenía carácter ascético y
debió introducirse por influencias del Oriente.
Esta evolución cuantitativa se extendió
también a las celebraciones. En efecto la Cuaresma más antigua en Roma sólo
tenía dos días litúrgicos, los miércoles y los viernes, y se hacía una statio
en una iglesia diferente. Posteriormente en tiempos de San León Papa
(440-461), se añadieron los lunes. Posteriormente, los martes y los sábados.
Durante el pontificado de Gregorio II (715-731), se agregará el jueves y se
completa la semana.
II.-
SENTIDO TRADICIONAL DE LA CUARESMA ROMANA.
La Cuaresma Romana tradicional estaba
marcada por tres hechos, que estudiaremos brevemente:
- La
Preparación de la comunidad cristiana a la Pascua;
- El
Catecumenado;
- La
penitencia canónica.
1.-
La preparación de la comunidad cristiana a la Pascua.
Según San León, la Cuaresma es “un retiro
colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus
fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la
celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y
una práctica perfecta de la vida cristiana” (Esta definición es deducida del
análisis del sermón 42).
Se trataba, por tanto, de un tiempo,
introducido por la imitación de Cristo y de Moisés, en el que la comunidad
cristiana se esforzaba en realizar una profunda renovación interior. El
Catecismo de la Iglesia Católica retoma esta idea y la expresa de la
siguiente manera: “La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta
días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto” (n. 540).
2. El
catecumenado.
Según atestigua la Tradición Apostólica, el
catecumenado, a principios del siglo III, duraba tres años.
Empezaba por el grupo de los audientes,
quienes recibían una profunda formación doctrinal y se iniciaban en la
práctica de la doctrina cristiana. Unos días antes, el grupo de los elegidos
o electi, para recibir los sacramentos de la iniciación cristiana en la Vigilia
Pascual, entre los que tenían especial importancia y solemnidad los del
sábado por la mañana. Es el catecumenado simple.
Posteriormente, el catecumenado se centró
sobre los electi y no en los audientes, que iniciaban su preparación inmediata
con el rito de la inscripción del nombre al principio de la Cuaresma, y se
prolongaban a lo largo de la misma. Se celebraban tres escrutinios en los
domingos III, IV y V, y el Sábado Santo por la mañana, tenía lugar el último
exorcismo, en el cual, además de rociar con saliva los oídos y las narices de
los catecúmenos, se les ungía el pecho con óleo; ellos, por su parte,
renunciaban a los poderes del mal y recitaban el símbolo de la fe.
a) A principios del siglo VI desapareció el
catecumenado simple, se volvieron muy escasos los bautismos de adultos, y los
niños que se presentaban para bautizar, procedían de familias ya cristianas.
Esta nueva situación exige una reorganización prebautismal: al principio
había tres escrutinios y en el siglo VI, son siete.
b) La preparación de los catecúmenos y su
organización modela en un primer momento el espíritu y la liturgia de la
Cuaresma. El ayuno de la comunidad cristiana va sobre todo a los catecúmenos,
sin olvidar a los penitentes.
c) Una evolución posterior, trajo como
consecuencia que los escrutinios se desligasen de la liturgia cuaresmal,
provocando una nueva reorganización.
d) El mayor cambio fue cuando la Cuaresma
misma pasó a ser el tiempo en que todos los cristianos se dedicaban a una
revisión profunda de su vida, y a prepararse, mediante una auténtica
conversión, a celebrar el misterio de la Pascua. Quedó clausurada la
perspectiva abierta por la institución penitencial y del catecumenado, con
menoscabo de la teología bautismal.
3.-
La penitencia canónica.
La reconciliación de los penitentes
sometidos a la penitencia canónica, se asoció al Jueves Santo. Por ese
motivo, los penitentes se inscribían como tales el primer domingo de
Cuaresma, recorriendo el período cuaresmal, con severas penitencias corporales
y oraciones muy intensas, para ultimar el proceso de su conversión. La
imposición de la ceniza es, por ejemplo, uno de esos testimonio de la
liturgia cuaresmal.
III.-
LA LITURGIA CUARESMAL EN NUESTROS DÍAS: SU ESTRUCTURA Y SU SIGNIFICADO
La Cuaresma romana comienza el Miércoles de
ceniza y concluye inmediatamente antes de la misa vespertina in Coena Domini.
Todo este período forma una unidad, pudiéndose distinguir los siguientes
elementos:
1) El
Miércoles de ceniza,
2)
Los domingos, agrupados en el binomio, I-II; III, IV y V; y el domingo de
Ramos de la Pasión del Señor,
3) La
Misa Crismal y
4)
Las ferias.
Nos ocuparemos brevemente de cada uno de
ellos.
1) El
Miércoles de ceniza.
El origen de la imposición de la ceniza
pertenece a la estructura de la penitencia canónica. Empieza a ser
obligatorio para toda la comunidad cristiana a partir del siglo X. El
liturgia actual, conserva los elementos tradicionales: imposición de la
ceniza y ayuno riguroso. Marca el comienzo de la Cuaresma. Su conversión en
caput quadragessimae, ha exigido revisar las lecturas y los textos
eucológicos de la misa y del oficio divino.
La bendición e imposición de la ceniza
tiene lugar dentro de la misa, después de la homilía; aunque en
circunstancias especiales, se puede hacer dentro de una celebración de la
Palabra. La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión
del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo
XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes
la recibirán. Las fórmulas de imposición de la ceniza se inspiran en la
Escritura: Gn, 3, 19 y Mc 1, 15.
El simbolismo de la ceniza es el siguiente:
a) condición débil y caduca del hombre, que
camina hacia la muerte;
b) situación pecadora del hombre;
c) oración y súplica ardiente para que el
Señor acuda en su ayuda;
d) resurrección, ya que el hombre está
destinado a participar en el triunfo de Cristo, y
e) Pascual, al complementarse con el agua
purificadora de la vigilia de Resurrección. En suma: es un día penitencial
obligatorio para toda la Iglesia y está marcado por el ayuno y la
abstinencia.
2)
Los domingos I y II de Cuaresma.
Siguen la orientación de la época de San
León: celebrar la –cuarentena-- del Señor y su transfiguración. Este tema
aparece en los dos domingos. El primer domingo tiene una importancia
especial, por ser --el venerable sacramento de la observancia cuaresmal
anual--; en el segundo, la presentación de Moisés y Elías.
3)
Los domingos III, IV y V de Cuaresma.
Estos domingos fueron tradicionalmente los
días en que se celebraban los tres escrutinios; por eso se leían en la misa
las lecturas del diálogos de Jesús con la samaritana, de la curación del
ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro, evangelios en donde el
Bautismo aparece como el sacramento del agua, de iluminación y de la vida
nueva. En consecuencia el domingo II es el «domingo del agua»; el domingo IV,
--el domingo de la luz»; el domingo V, --el domingo de la vida nueva--.
Estamos frente a unos --domingos sacramentales--, porque comportan, tanto
para los catecúmenos como para los fieles, un encuentro personal con Cristo,
como sucedió con la samaritana, al ciego de nacimiento y a Lázaro resucitado.
Las lecturas veterotestamentaria, forman
una unidad catequética, presentando las cinco grandes etapas de la historia
de la salvación, desde los orígenes, hasta el umbral del Nuevo Testamento.
4)
Domingo de Ramos de la Pasión del Señor.
Desde el siglo V, el domingo último de
Cuaresma encontró en Roma su forma definitiva como domingo de la Pasión, y
seguirá así hasta el siglo X. Se aparta de esta manera de los otros ritos que
tenían como núcleo central la entrada triunfal de Cristo en la Ciudad Santa,
como ocurría en Jerusalén. Con este domingo da inicio la Semana Santa, en la
cual la Iglesia celebra los misterios de la salvación realizados por Cristo
en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en
Jerusalén.
El misal de San Pío V, presentaba esta
liturgia en cinco partes: a) bendición de los ramos, dentro de una
extensísima celebración, estructurada como misa; b) distribución de los
ramos, mientras se cantaban dos antífonas; c) procesión: el recorrido partía
de la iglesia y se regresaba a ella; d) rito ante las puertas de la iglesia,
que permanecían cerradas, con cantos desde dentro y fuera de la iglesia, una
vez abiertas entraba la procesión, y e) la celebración de la misa romana de
Pasión.
Pío XII, revisó y modificó estos ritos,
agrupándolos en dos partes: la procesión solemne en honor a Cristo Rey y la
misa de Pasión simplificó la bendición de los ramos, modificó su distribución
y suprimió la ceremonia ante las puertas de la Iglesia.
En la situación actual, la liturgia de este
domingo, llamado Dominica in Palmis de Passione Domini, la procesión y la
misa ya no son dos partes independientes sino elementos de un todo. Se ha
logrado integrar las dos tradiciones, la romana y la jerosolimitana, logrando
que el Domingo de Ramos se presente como presagio del triunfo real de Cristo
y anuncio de su Pasión, aspectos que se han de poner en evidencia tanto en la
celebración como en la catequesis del día. “La entrada de Jesús en Jerusalén
manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo mediante la
Pascua de su muerte y de su Resurrección. Con su celebración, la liturgia de
la Iglesia abre la gran Semana Santa” (Catecismo de la Iglesia Católica, n.
560).
5) La misa crismal.
Según una antigua tradición, el Jueves
Santo por la mañana se celebra la misa crismal, en la que el obispo de la
diócesis, que concelebra con su presbiterio, consagra el santo crisma y
bendice el óleo de los catecúmenos y la unción de los enfermos.
La concelebración de la misa crismal
manifiesta la comunión entre el sacerdocio y el ministerio que existe entre
el obispo y los presbíteros. El rico significado teológico y pastoral de esta
celebración en la vida de la diócesis reclama que sea única, que tenga lugar
en la catedral y que participe el mayor número de fieles.
La nueva revisión de la “Institutio
Generalis Missalis Romani”, aprobada por Juan Pablo II el Jueves Santo del
2000, indica que es competencia de la Conferencia Episcopal, preparar el
calendario litúrgico de la Nación, indicando que no se propongan cambios
“nisi revera sint maximi momenti” (n. 394).
6)
Las ferias de Cuaresma.
La Celebración de la Cuaresma recae
fundamentalmente en los domingos, y tienen preferencia sobre las
solemnidades. Sin embargo su celebración se complementa con las ferias, que
prevalecen sobre las memorias obligatorias.
La catequesis durante esos días consiste
en:
a)la conversión del corazón y el culto que
desde el interior, es debido a Dios;
b)el perdón fraterno, como requisito
indispensable para obtener el perdón de Dios, y
c) la renovación personal de la vida y la
entrega amorosa a los demás, como frutos del Misterio Pascual.
V.-
ASPECTOS PASTORALES QUE CONVIENE RESALTAR
El tiempo de Cuaresma es un tiempo
litúrgico fuerte, en el que toda la Iglesia se prepara para la celebración de
las fiestas pascuales. La Pascua del Señor, el Bautismo y la invitación a la
reconciliación, mediante el Sacramento de la Penitencia, son sus grandes
coordenadas.
Se deben utilizar como medios de acción
pastoral:
1) La catequesis del Misterio Pascual y de
los sacramentos;
2) La exposición y celebración abundante de
la Palabra de Dios, como lo aconseja vivamente el Canon. 767, & 3, 3).
3) La participación, de ser posible diaria,
en la liturgia cuaresmal, en las celebraciones penitenciales y, sobre todo,
en la recepción del sacramento de la penitencia: “son momentos fuertes en la
práctica penitencial de la Iglesia” (CEC, n. 1438), haciendo notar que “junto
a las consecuencias sociales del pecado, detesta el mismo pecado en cuanto es
ofensa a Dios”; y,
4) El fomento de los ejercicios
espirituales, las peregrinaciones, como signo de penitencia, las privaciones
voluntarias como el ayuno y la limosna y las obras caritativas y misioneras.
Fuentes:
www.caminando-con-jesus.org
Fuentes:
www.encuentra.com